Flor Eliza Marín, una mujer que a pesar del sufrimiento y golpes que le ha traído la vida, sigue luchando sola y enferma para que sea incluida en el programa de víctimas y así lograr recibir la ayuda humanitaria, que brinda el Centro Regional de Atención a Víctimas.
Doña Flor, llora y se lamenta porque es duro recordar que hace 17 años exactamente un 9 de agosto, su hija salió rumbo al municipio de Puerto Berrio y desde esa fecha no volvió a saber nada de ella, “Cuando suceden cosas tan dolorosas como es perder una hija en circunstancias tan raras, en aquel entonces mi niña charlaba con soldados, para mí era normal, pero para los enemigos de la fuerza pública era un desafío y por esa razón las llamaban minguerras”, dice doña Flor. “Ella era una hija muy especial que siempre soñaba en trabajar y ayudarme, su mejor deseo era que yo dejara esos trabajos tan duros en las fincas como empleada, pero sus deseos quedaron turbados al salir de mi hogar en busca de un mejor futuro y hasta la fecha de hoy no sé qué pasaría con ella. Le preguntan a uno ¿Qué pudo haber pasado con su hija? Y uno contesta - No sé- pero el fondo de mi corazón expresa internamente, acabaron con mi gran esperanza de vida. Para acabar de ajustar, comenta doña Flor, tuvimos que salir de donde vivíamos mi mamá y yo para no correr la misma suerte”, agrega mientras miraba unos documentos para llevar a la oficina de víctimas.
El día que la violencia me arrebató a mi hija, mi hogar, pasé de pueblo en pueblo buscando paz, pero no tenía vida mi señor, al saber que mi hija desaparecida quizás puede aparecer y yo tan lejos de ella. Volví a mi pueblo Remedios y sin nada en el bolsillo, ni donde vivir y para rematar de tanta andadera se enfermó mi madre y falleció y quedé sola en el mundo.
“Si Dios me ayuda, espero que esta tramitología se acabe por fin, no saben cómo hago yo para buscarme algún dinero hasta para sacar una fotocopia, mi única entrada económica es ponerme a chatarrear para sacar alguna pelusita de oro y lograr alimentarme junto con mis 6 gaticos que tengo. Mucha gente me ha ayudado gracias a Dios, pero aún no he recibido la ayuda de víctimas que es mi única esperanza para seguir con esta vida para adelante, ser víctima, desplazada y sola es muy duro para tanta vuelta que debe hacer uno para ser reconocida. Cada día pierdo más las esperanzas. Expresó Doña Flor.